jueves, 23 de febrero de 2012

SEÑORA SOLEDAD.


El brillo de la luna cae sobre mi cama. La noche está brillante, estrellada. Todo el cuarto se encuentra iluminado por ese brillo.  Cierro la puerta, corro la persiana y con pequeños pasos me dirijo a la ventana. Me siento en ella. Por la calle pasan pocas personas pero no me ven, los árboles me cubren.

Sopla un viento frío, lo siento rozándome el rostro. Mis ojos se llenan de lágrimas. Lloro, ¡Sí! Lloro desconsoladamente.  Los cierro y dejo que las lágrimas bajen por mi cuello hasta que se pierden en mi pecho. Me siento triste. Sola.

Con los ojos cerrados me transporto por el túnel del tiempo. Me veo un poco más niña. Desde que tengo memoria he estado con la soledad; ese estado que me atemoriza, que hace que muchas noches me siente en un rincón de este cuarto abrazando a mi oso de felpa, llorando como una demente. Ahora me veo rodeada por mucha gente que dice ser mi amiga, que asegura que me quiere, pero yo sigo sintiendo este vacío (Cada día el vacío está aquí, en mi corazón. Hay días en los que se siente más profundo. En otros, parece estar dormido). Tomo de ellos un poco de cariño pero no logro saciar mi angustia. Me siento como un vampiro, tomando todos los días un poco de su amor. 

Declaración de amor


Sé que tú estás junto a mí. Deseo que te quedes siempre a mi lado, porque tú mi estrella tienes todo mi corazón y yo deseo que lo guardes muy bien, como si fuera un tesoro invaluable para ti.
Ahora sueño con un hermoso jardín, en el cual estamos solo tú y yo llenándonos de amor, ternura y alegría; te amo tanto que sólo quiero guardar silencio, besarte y contemplarte por toda la eternidad.

Sin titulo 3


 ¡Espero curarme de ti!, en unos días. ¡debo dejar de fumarte! ¡de beberte!, ¡de pensarte!
 ¿Será posible?, ¡Después de haber reído juntos!
  ¡Ay, reímos tanto, que toda esa risa se  convirtió en llanto! Naciendo hondos suspiros entre copas derramadas       - ¿ será posible?
  ¡Es posible! ¡Me receto tiempo, abstinencia y soledad!





Sin titulo 2


Ya no te puedo dar mi corazón, pues éste está tan cansado de amar que se va desangrando, mientras que yo trato de ponerle fin a ese dolor que, lo aprisiona en las noches de lluvia. Sé que ya nada puedes hacer para tenerlo junto a ti, ahora estoy entre la cuerda floja y, debajo de mí, el abismo infinito de la soledad a la que no pienso volver; porque sé que ya no te puedo dar mi corazón, perdiste tu apuesta y yo saldré ganadora porque mi corazón no nació para apostar en el amanecer de está ciudad.

Apartes


El príncipe: ¿Sabes hacer el amor? (como quisiera recorrer tu cuerpo entero, llenarme de tu olor  de madrugada hasta saciar esta sed que tengo de ti)

La princesa: El  amor no se hace, mi querido príncipe, se siente. (se siente en lo más profundo del corazón, en los poros de mi cuerpo cada vez que rozas mi piel con tus suaves manos y... Cada vez que posas tus labios sobre los míos), pero... ¿a qué querréis llegar con vuestra pregunta?

Príncipe: Con todo el  respeto que os merecéis, mi amada princesa (algunos dicen que sois como un témpano de hielo cuando unas manos masculinas te rozan tu delicada piel y que parecéis estar en otro mundo cuando depositan en tus mejillas un cálido beso) deseo saberlo, pues quiero cada vez que te ame hacerte llegar al cielo y festejar con los dioses los presentes que brinda el amor.

Princesa: Pues, no os detengáis a la hora de amarme mi príncipe, pues yo deseo corresponder a tus deseos.

Recuerdo


¿Te acordás, cuándo yo era una niña, y  salíamos en las noches a guardar el carro y nos devolvíamos caminando y jugando al gato y al ratón, y después de jugar me alzabas en tus brazos y los dos reíamos?

Cómo me gustaría volver a esos tiempos, pero tú ya no estás, estás en otro mundo y tu ser es volátil; ya no me manifiestas tu cariño, ni entras en mi cuarto a bailarme cuando estaba escuchando música, ni me despiertas cada mañana con una palmadita o un beso. Ahora eres, quizá, un ángel que cuida de mí en el más allá y al cual desearía volver a ver cuando cierre mis ojos para siempre.

Negación


Y ... ¿quién te dijo que no tengo miedo?, y ¿ quién te dijo que no era feliz junto a ti?
No es verdad que añore estar nuevamente a tu lado, tampoco añoro los momentos que pasé contigo; porque, aunque no tengo compañía alguna, tu no detienes el olvido en el que he decidido dejarte, no detienes la rabia que siento al traer a mi memoria los amargos momentos que nunca creí vivir a tu lado. Pero, ahora todo cambia y hasta el dolor ríe mientras mira su reflejo en el espejo; porque aunque tú no lo creas, soy más fuerte y ya ni siquiera mi corazón te recuerda.

El reflejo en el lago


En un atardecer la vi, reflejada en el agua del lago, con su vestido de margaritas, fue saliendo de allí como por arte de magia. Era una extraña aparición causada por el exceso de vino en el café a la hora del almuerzo.

Dios, como la amé. Mi corazón sintió que la vida se me iba tras el reflejo de aquella mujer y... Sus labios color rosa pálida, me gustaría poder besarlos, saber qué sabor tienen; pues, cada tarde en el lago cuando  veo ese reflejo me los imagino dulces y frescos, acariciando mi alma  enferma; como un ángel que sale de las claras aguas para calmar la sed que invade mi cuerpo por la pasión desenfrenada de tan hermosa aparición.



Bestiario 1


El brillo de la luna caía sobre su morada, era una noche demasiado brillante y estrellada; El dragón del bosque de loto dormía plácidamente cubierto por ese brillo  lunar. De repente, la calma del bosque se vio interrumpida por un estruendo. El dragón despertó y vio cómo en medio del bosque brillaba una hermosa luz azul como los jazmines que tantas tardes había pasado contemplando a orillas del río. Se acercó con cautela y descubrió un hermoso jazmín que iba abriéndose poco a poco, a medida  que él se acercaba .
De ese jazmín  salió una bella hada con delicadas alas y un diminuto vestido; lo miro y le sonrió diciéndole : “He venido por ti, querido Midzhar. Desde hace tiempo te observo y me he enamorado de ti” Midzhar, el dragón la miró fijamente a los ojos y descubrió que era Priscila, aquella pequeña hada con la que había compartido un tiempo en el bosque de Loto y que ella se había marchado sin ninguna explicación.  La tomó de la mano y le dijo que también la amaba y bajo la luz de la luna le dio un cálido beso mientras ambos se iban convirtiendo en un gran lucero que se elevaba en medio del bosque hacia el firmamento, donde ha permanecido por cientos de años vigilante de los amantes del bosque .

Sin titulo


Como el aire utiliza las hojas para crear música, así mismo yo utilizo mis lágrimas para calmar mi alma que se percibe sola en medio de la gente en la que vivo